Odio las historias sobre “feas” en las que al final de la historia le hacen un makeover total, le cambian hasta los dientes si pueden y es entonces donde la declaran éxitosa, victoriosa, vence a la cheerleader (si no es que le roba el puesto) y se queda con el galán. Pues por mí que se jodan todos los que creen que se necesita una cara bonita para una vida bonita… todos los que inventan feas para convertirlas en modelos de pasarelas… todos los que creen que la cáscara que llevamos por fuera nos define y nos da un lugar. La verdad no tiene nada de malo no poner un pie en un salón de belleza y pasarse el día en al biblioteca o leyendo cualquier cosa que nos encontremos, no tiene nada de malo no salir con el nene más popular, usar anteojos, frenillos, zapatos ortopédicos … definitivamente no tiene nada de malo entender lo más pronto posible que el exterior es pasajero, que eventualmente va a dejar de ser atractivo y sólo queda lo que está dentro… no tiene nada de malo aprender a ver...
Siempre he comido naranjas con sal. Con el tiempo he descubierto que es algo peculiar. Sin embargo no me molesta que ve vean raro, o me digan que estoy loca y a pesar de haber tratado otras formas no cambio la mía. Así que, después de algunos años de vivir lejos de mi pueblo: Naranjo...naranja con sal es un recordatorio de quién soy, de donde vengo, de ser como soy, de que todos vivimos diferente. Y así son los escritos aquí: para mí, para nadie, para los aventureros, para el que quiera leer.