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Crecer duele...

Dejé de vivir en la casa de mis papás cuando tenía dieciocho, desde hace año y medio vivo sola, tengo canas, voy al doctor sola sin que nadie me diga, pasé por una pequeña cirugía, tengo un trabajo estable, me toca lidear con enredos de plata, tarjetas de crédito, préstamos, hasta voy a terapia...

La lista sigue y sigue, la lista de cosas que se le pueden atribuir a un adulto, a pesar de tal lista, creo que siempre me negaba a verme como un adulto.

Recientemente decidí comprar un carro... y la verdad me dio por pensar que ese era el tope de mi lista, no más negar que he crecido, tengo que lidear con todas estas nuevas responsabilidades (que todo el mundo se ha encargado de recordarme amablemente), tengo que hacer los exámenes (y demás asuntos burocráticos) que nadie más puede hacer por mí, tengo que pagar el carro, tengo que tener cuidado para evitar accidentes, cuidar de mí y de no hacerle daño a nadie más... se siente mucho para mí.

Pero... sí hay un pero... me he dado cuenta que lo que de verdad me ha hecho sentir como una adulta no es el carro... es aceptar el hecho que mis decisiones son mías y que cada una de esas decisiones, ya sea comprar un carro o desayunar huevos tiene consecuencias para mí y para otras personas y yo soy responsable por esas consecuencias, no puedo tener a alguien todo el tiempo ayudandome con mis decisiones o haciendo cosas por mí. Tengo que hacerlas yo, y luchar por ellas, disfrutar las cosas buenas que vienen de ellas y enfrentar las malas.

Y... he de decir que estoy muy orgullosa de mi, porque echarle la culpa a los demás TODO el tiempo es una enfermedad muy común y ciertamente una salida muy fácil... pero la verdad es que si no puedo ser culpada por mis errores no se me puede felicitar por mis éxitos, no se puede decir que vivo mi vida...

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