No puede matarte también un beso de la primavera? -Pablo Neruda Sentada en un sillón rojo ve despistadamente a toda la gente que tiene alrededor, demasiada para su gusto. ¡Oh imberbes!, que les gusta beber, fumar, oír música a volumen en el que no es posible hacer otra cosa, y probablemente intentar hablar de banalidades, banalidades que ni se escuchan por ese maldito escándalo, banalidades que a ella no le importan. ¿Quién la había convencido de salir? De venir a una fiesta, probablemente alguna de sus amistades había logrado que diera el brazo a torcer, estaban tan preocupadas por ella. Según ellos estaba a un paso de convertirse en ermitaña; que necesitaba salir le decían, ver otras caras, conocer gente nueva. ¿A quién se le ocurren esas estupideces?, olvidar el pasado, como si fuera tan fácil, ¿O eso último era ella quien lo decía? Alguien le ofrece cerveza cuando, de repente, entre esos cuerpos, que no significan nada para ella, algo ll...
Siempre he comido naranjas con sal. Con el tiempo he descubierto que es algo peculiar. Sin embargo no me molesta que ve vean raro, o me digan que estoy loca y a pesar de haber tratado otras formas no cambio la mía. Así que, después de algunos años de vivir lejos de mi pueblo: Naranjo...naranja con sal es un recordatorio de quién soy, de donde vengo, de ser como soy, de que todos vivimos diferente. Y así son los escritos aquí: para mí, para nadie, para los aventureros, para el que quiera leer.